Desmenuzaste un corazón
en el escondrijo de tu artimaña
dejando una llaga podrida y agraz
en el hueco del alma.
Indisimulable el lenguaje de tu corazón
cuando opacas esperanzas en tus abortivas lisonjas.
Esperanzas que yacen en las entrañas del averno
igual que el manantial sonríe al desierto
cuando éste muere de sed.
Un cuerpo sin alma,
sin corazón,
en real disección se va corrompiendo
junto a los cuervos hambrientos
que tragan la sangre en la vendimia del dolor,
igual que el monstruo del mar traga la ilusión
de un náufrago aturdido en el vientre de un pez.
Carcomiste el calcañar
en el devaneo de tu escabrosa mente
Y los gusanos se desgranan serpenteando
en los despojos de la carne nauseabunda,
que se resbala en los linderos para encontrar
el alma y fundirse en el clamor
del tortuoso sepulcro del infierno,
trampa mortal del amor.
Escrito de Elizabeth Flores.
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