“Solo sé puede dañar a los vivos... quienes estamos muertos no le tememos a nada. Aun así te atreves a abrir mi tumba. No me subestimes, no me busques, no espíes, no me provoques, no me acorrales, no me enfades. No pretendas jugar con mi mente.
¡Aléjate! ¡Aléjate! ¡Aléjate!
No tengo nada que te pertenezca. No te otorgo el derecho de romper los sellos de mis ataúdes, buscando conocer el esqueleto de mis estructuras mentales, son complejas… nunca las entenderías.
Yo soy la artista, yo las pinto, las recreo y las muestro si deseo al mundo entero, sin avergonzarme de ellas ¡Total! El que nada tiene, nada pierde y el que nada debe, nada teme.
Márchate en paz, no cargues sobre mis cansados huesos las piedras de tu cómoda casa. Ni tus inseguridades vestidas de oro y armiño. No me muestres tus puntos débiles, no uses conmigo malas estrategias.
Déjame dormir que estoy cansada y si aun así persistes, recuerda que no soy nada paciente, pero hice gala de ello no por mí… fue por Uds.
¡Aléjate! ¡Aléjate! ¡Aléjate!
Déjame en mi mundo de cristales rotos, de espejos quemados, de anillos de fuego, de enormes espirales y rosas mustias. No me despiertes pues mis rugidos pueden resonar por siglos.
¡Aléjate!
¡Te desconozco!”
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